Tiramisú de Fresas

No tengo remedio, tanta dieta tanta dieta y por segunda semana consecutiva vuelvo a compartir postre, ¡Oops! Pero es que la pasión rosa se ha apoderado de todo mi ser en estos últimos días, y no precisamente por el estreno de la película Barbie, que no la he visto, ni sé si la veré porque no fui yo niña de Barbies, la mía fue Nancy, la muñeca más Famosa de España en los ‘70. Aunque ya no juego con muñecas, más quisiera, a mi edad como para jueguecitos con muñecas estoy, mi día a día ahora se centra en otras tareas. ¡Uf! Qué mayor me hace sentir, decir cosas así, ¡ja, ja, ja…!.

No me negaréis que a determinadas edades el tiempo no tiene consistencia, siendo niños todo se puede posponer, no es necesario mirar el reloj todo el rato, y menos en vacaciones, cuando las horas fluyen según te lo pida el cuerpo, y si aun me queda algo de niña a estas alturas de la vida, es consentirme un pequeño capricho goloso de vez en cuando, y no sé porqué será, pero lo que me pide el cuerpo este verano es comer dulce, siendo yo más de salado, evidentemente no lo hago a diario, ni siquiera una vez a la semana claro, pero el dilema surge cuando me cuestiono si me conviene, mejor dicho si es compatible con una dieta saludable, y estando en ese brete, aflora de manera espontánea, mi especial capacidad para la interpretación de la tentación más pecaminosa, creando algo ligero e irresistible.

La mayoría tenemos asociado el concepto de “postre = hipercalórico” y no siempre es así, bueno al menos si de mí depende, no lo es, porque en la medida de lo posible, intento restar calorías a todo dulce que sale de mi cocina, como el Tiramisú de Fresas que comparto hoy, elaborado de nuevo con ingredientes como el queso Cottage con menor porcentaje en grasas que el queso Mascarpone, por lo que hace que este riquísimo postre sea, si no bajo en calorías, un poco menos sustancioso.

Se me ocurrió preparar un delicioso postre rosa, hace unas semanas en plena campaña de Fresones y Fresas, cuando con antojo de comerlas, fui al mercado buscándolas, pero no las encontré, entre el calor y la escasa lluvia hicieron que la temporada de las que se cultivan por aquí terminase antes de lo previsto, siendo Sevilla y Huelva zona de producción, las suele haber durante todo el año, aunque con limitaciones por la sequía que estamos sufriendo, por eso he tenido que esperar a la temporada de fresas de Segovia, ya que el fresón andaluz no llega a nuestras fruterías.

Los fresones tienen un tamaño más grande que las fresas, con una consistencia más firme, aguantan mejor el paso de los días una vez cosechados, son de color rojo intenso y sabor dulce estando bien maduros. Las fresas, mucho más pequeñas, de pulpa extremadamente fina e igualmente muy dulces, son mucho más delicadas y hay que tratarlas con cuidado extremo para que no se estropeen con los roces. Las que compré eran de un tamaño perfecto, cabían en un bocado, y desprendían un aroma tan fragante que perfumaron la cocina todo el día, tenían un sabor tan extraordinario, que si solas estaban riquísimas, en mi Tiramisú quedaron de auténtica locura.

El sábado pasado cuando fui a hacer la compra, por la mañana temprano, por fin había fresas en abundancia, luciendo preciosas en el mostrador, dispuestas estratégicamente para que se metieran por los ojos, y yo que no tengo límites a mis desmesuras, allá que me hice con unas cuantas, pensé que había llegado el momento de realizar lo que tenía en mente hacía semanas; al llegar a casa le dije a mi 'santo' que estaba terminantemente prohibido tocarlas, porque quería hacer algo especial, naturalmente me hizo caso, pero resulta que al ir a preparar lo que me rondaba en mente, se me había olvidado el queso, y no tuve más remedio que volver a salir por la tarde, con la grata sorpresa, que las mismas fresitas que había comprado por la mañana estaban de oferta, y no porque estuvieran en mal estado, sino porque probablemente siendo sábado, en la frutería no aguantarían hasta el lunes. 

Fresas de Segovia

Así que me vi “obligada”, sin oponer ninguna resistencia por mi parte, a comprar unas cuántas fresas más. Cuando las vio mi 'santo' en la cesta de la compra, me miró con expectación, esperando ver si yo le saldría por peteneras, o le levantaba la veda, como suelo ser imprevisible, no imagináis lo contento que se puso a la hora de la cena, cuando vio en la mesa, un bol de fresitas preparadas para el postre. Con la cantidad que había comprado, ya no tenía excusas para que no les metiera mano, y claro, tuve que “ceder” dándole el gusto ¡ja, ja, ja…!

El domingo me levanté temprano, porque mi cabecita pensante visualizaba en bucle este Tiramisú. Sin haberlo probado nunca, ni visto hacer de este modo, comencé a depurar mis ideas, hasta que supe cómo lo quería exactamente, partía de cero y sin saber si la combinación de ingredientes resultaría agradable, porque una de mis ideas era sustituir el chocolate por algo con sabor a fresas y que fuera de color rosa, pero no lo vi claro hasta que decidí probar con mi Granola de fresas favorita, triturándola con el molinillo de café, obtuve una finísima arena de fresas, con auténtica apariencia de arena de playa, pero de color rosa, como trampantojo era perfecta (seguramente que Barbie estaría como loca en una playa de arena rosa, ¡Ja, ja, ja...!).

Mi Tiramisú de Fresas es una cosa extraordinaria, como diría uno que yo me sé, tanto que será de esos postres que reservaré para ocasiones especiales, por lo vistoso y por lo buenísimo, y aunque las fresas no son un producto económico, merece la pena el dispendio, poniendo un toque de glamour en nuestros platos, como en este bonito Tiramisú o en mi delicado y elegante Risotto de Fresas donde no hay que jugársela con la calidad si queremos que el triunfo esté garantizado. Comenzamos.

INGREDIENTES 

• 16 Bizcochos de Soletilla 
• 200 gr de Queso Cottage
• 220 ml de Yogur Natural 0% M.G.
• 300 gr de Fresas
• 60 gr de Granola de Fresas 
• 1 Lima
• 1 c/s de Esencia de Vainilla 
• 2 c/s de Azúcar Glasé 
• 3 c/p de Mermelada de Ciruelas con Cardamomo y Canela
• 300 ml de Café 

Granola de Fresas

ELABORACIÓN 

1. Moler el café con el molinillo. Preparar el café y dejarlo enfriar. Añadir la esencia de vainilla.
2. Para la arena de fresas: Moler la Granola en el molinillo de café, previamente limpio de café, hasta pulverizarla, consiguiendo un polvo rosa muy fino, de textura ligeramente terrosa.
3. Mezclar en un bol, el queso Cottage y el yogur, con la ralladura de la lima y el zumo de ½ lima recién exprimido.
4. Añadir la mermelada de ciruela. Mezclar.
5. Añadir el azúcar glasé y batir hasta conseguir una crema de consistencia ligera y sin grumos.
6. Bañar los bizcochos de dos en dos, en el café y disponer una capa en la base del bol.
7. Cubrir con la mitad de la crema de Cottage y Yogur.
8. Espolvorear con un poco de arena de Granola.
9. Cubrir con unas fresas cortadas en rodajas finas.
10. Repetir con otra capa de bizcochos dobles mojados en café.
11. Cubrir con el resto de crema de queso y yogur.
12. Espolvorear generosamente con la arena de Granola de fresas, cubriendo toda la superficie.
13. Decorar con fresas cortadas por la mitad, y pequeños bouquets de fresas con las hojas.

Arena de Granola de Fresas

Mis Sugerencias y Recomendaciones

• Tapar y reservar en el frigorífico, al menos 6 horas, hasta el momento de servir.
• Se puede tomar recién hecho, aunque está mejor reposado porque adquiere consistencia y se corta en porciones perfectamente.
• Se puede montar por capas de manera individual, en copas, vasos, o emplatar con aros o moldes cuadrados, cubiertos en el interior con papel sulfurizado o acetato, retirando estos antes de servir.
• Para hacer el café, he utilizado café en grano tueste natural 100 % Arabica, origen Colombia, lo he preparado en la cafetera italiana, aunque podéis sustituirlo por café de cápsulas o el que más os guste. No recomiendo café soluble, personalmente no me gusta el sabor, pero si es de vuestro agrado, no tengáis inconveniente alguno en utilizarlo.

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Puedes ver cómo se hace paso a paso en este Reels

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