Fideos de Arroz con Ternera

En casa, pocas son las incursiones que he hecho en la cocina asiática, por lo general siempre para compartir algún delicioso plato aquí en DBM, más allá de cocinar algún que otro Arroz Jazmín, un cálido Pilaf, una original Ensalada Thai, un delicioso Pollo al Limón, un sencillo Pollo al Curry, o mis suaves Curry de Coco, Curry de Lima o Crema de Curry, ideales con verduras, carnes o pescados, y que de un tiempo a esta parte, se han hecho imprescindibles en mis menús de diario, cocinados a mi manera, no se puede decir que sean recetas asiáticas en el sentido más estricto de la palabra, pues a la hora de cocinar adapto los ingredientes de los que dispongo, a mis necesidades, deseos o caprichos, siempre hago lo que me gusta y comparto lo que merece la pena.

Si bien he de decir, que no es por desgana, sino por falta de costumbre que no suelo cocinar platos de ese estilo, reconozco que me gusta todo lo que he probado, en ocasiones en algún restaurante asiático, o en casa de mi amiga Mariko, taiwanesa de nacimiento, neoyorquina por elección, californiana de corazón y nazarena (natural de Dos Hermanas, provincia de Sevilla) por amor, su cocina es una mezcla de cocina fusión internacional, incluso se atreve con la cocina andaluza, los cocidos y pucheros, no sé que tienen, pero hay que ver lo que le gusta un potaje a esta niña, que hasta combina los garbanzos con algas, pero yo (y ella también) prefiero un buen plato de Garbanzos con Espinacas o un Cocido de Coles, con su buena Pringá y su pedazo de pan pa’mpujar, que son como más nuestros.

El caso es que adapta lo que cocina a nuestros paladares españoles, dice que no estamos preparados para el nivel Top de resistencia al picante que ella lleva impreso en sus genes, y ya lo creo, porque la primera vez que me dio a probar el wasabi, casi me da algo de lo que picaba aquello. Pero al final acabé tomándole gustillo y todo, que ya sabéis cómo me pone a mí ese 'puntito canalla' de Alegrías y Cayenas en la comida, mi pasión al picante es relativamente proporcional, al amor que le profeso a las cosas bien hechas. ¡En fin! Que si está bueno, me lo como y luego intento traspasarlo a mi cocina, pero así, sin receta ni ná, porque a veces soy yo muy de ojímetro, aunque para compartirlo aquí en DBM, procuro hacerlo todo con precisión, cuando comparto un plato, por sencillo que sea, mido bien la receta para que salga todo perfecto.

La verdad es que entre una cosa y otra, con lo de la pandemia, y otros líos, hace infinidad de tiempo que no comemos en ningún asiático; hace unos días, hablando con una de mis niñas de cosas de comer, me dio ideas para una receta de fideos de arroz, aunque no tiene costumbre de poner un Puchero como Dios manda, cocina lo que le gusta como si llevara toda la vida entre fogones, bueno “de casta le viene al galgo” y claro, eso creó en mí una necesidad imperiosa de emularla, como siempre que algo me llama poderosamente: «en diciendo melón, 'tajá' en mano»

Pues nada, que me hice con un paquete de fideos de arroz, por cortesía de mi Carmen, que me lo trajo del chino de su barrio y no pude esperar; ni 24 horas pasaron para cocinar mi invento, a la mañana siguiente, me dispuse a hacer unos fideos chinos, aunque en realidad eran coreanos ¿o eran camboyanos? No recuerdo de dónde procedían exactamente, era lo único que entendí de lo escrito en el paquete, al que no hice ni una foto, ya os digo que no tenía intención de compartirlo, pero como me conozco, y para que no me sucediera lo mismo de otras veces, saqué algunas del paso a paso, por si acaso. Los cociné a mi manera, y quedaron para quitarse el sombrero, está mal que lo diga yo, pero quedaron insuperables, imposible cocinar mejor con menos.

La receta que os daré es sencillita, no hay pasos complicados, ni tiempos larguísimos de cocción, se hace todo sobre la marcha, y en menos de 20 minutos tienes en la mesa un platazo digno del mejor restaurante pseudochino de la esquina, y eso que solo le puse un poco de salsa de soja y un trocito de jengibre fresco, tampoco tenía nada extraordinario, bueno guardaba un par de guindillas rojas congeladas, de las que sembró el verano pasado mi padre, y en un impulso las añadí a última hora y ese fue el culmen de la felicidad, no imagináis cómo disfrutamos, mi 'santo' y yo comiendo estos fideos, que no sé yo muy bien si un asiático lo consideraría comida oriunda de Asia, pero que a nosotros nos supo a gloria bendita, es más que evidente. Y prometo que habrá más, porque el paquete de fideos dio para otra receta que os enseñaré en cuanto la tenga editada. Comenzamos.

INGREDIENTES 

• 225 gr de Fideos de Arroz
• 1 Calabacín Verde
• 1 Zanahoria
• 1 Cebolla Morada
• Jengibre fresco
• 200 gr de Ternera en filetes
• 1 Guindilla roja
• 2 c/s de Salsa de soja 
• Agua
• Cebollino fresco

ELABORACIÓN

1. Cortar en juliana el calabacín, la zanahoria y la cebolla 
2. Pelar un trozo de 2 cm de jengibre fresco y picarlo muy fino.
3. Marcar la ternera, en filetes finos, ligeramente sazonada, vuelta y vuelta.
4. Cortar la carne en tiras muy finas. Reservar.
5. Saltear a fuego fuerte las verduras, en la misma sartén que hemos marcado los filetes, con un poco de aceite.
6. Añadir media guindilla cortada en aros y el jengibre picado.
7. Añadir la salsa de soja.
8. Añadir las tiras de carne.
9. Hidratar los fideos 3’ en agua hirviendo, fuera del fuego.
10. Escurrir los fideos.
11. Servir mezclado con el salteado de verduras y ternera.
12. Espolvorear con cebollino fresco picado.
13. Disponer unas anillas de guindilla por encima.