Gazpacho de Paraguayo
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Dicen que no hay dos, sin tres, y en la cocina de nuestra casa damos fe de ello, tanto es así que no concebimos verano que se precie, sin Gazpacho ni Salmorejo, dos de las maravillas culinarias que la gastronomía andaluza, ha sumado a la inigualable dieta mediterránea, y para disfrutar tanto de uno como de otro, lo principal es seleccionar los ingredientes a conciencia, que han de ser de primera calidad, y lo más frescos posible, al ser platos que se preparan sin pasar por el fuego, todos los ingredientes han de ser lavados exhaustivamente, además de estar en un optimo estado de maduración, nunca utilizaremos productos pasados o no aptos para su consumo en crudo, ya que no solo corremos el riesgo de obtener un resultado de sabores extraños, o desagradablemente agrio, sino que evitaremos males mayores, como que se estropee, o incluso que nos pueda sentar mal. Más vale prevenir que curar, si tenemos tomates o piezas de verduras y frutas, con picaduras o demasiado blandas, mejor desecharlas, porque sería terrible que después de la inversión de dinero y trabajo, no podamos disfrutarlo.
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Con el calor que hace, estoy volcada con las Sopas Frías, esta es la tercera que publico, primero os enseñaba mi Salmorejo de Fresas y hace dos semanas compartí mi Salmorejo de Tomate Negro, dos versiones exquisitas del clásico andaluz, pero una vez más, ya que estamos en temporada, no he podido evitar la necesidad de compartir un nuevo Gazpacho, y que seguro más de uno agradecerá, así que he pospuesto un par de publicaciones que tenía editadas, dejándolas para septiembre, pues ya tengo cubiertas todas las entradas hasta el mes que viene, aunque tengo otro en mente, no sé si me dará tiempo de hacerlo antes de las vacaciones; no quisiera hacer de esto un monográfico, pero así me lo pide el cuerpo, con el calor no apetece cocinar nada complicado, no sé a vosotros, al menos a mí me encanta comer a base de sopas frías, no solo porque son más ligeras, sino que lo hago con la tranquilidad de estar alimentándome de manera saludable, mientras me recargo con una buena dosis de energía y vitaminas.
El otro día, cuando fuimos al mercado, no pude evitar que mi cabecita pensante se volviera loca, ante tamaño espectáculo en la frutería. Estamos en verano, y aunque cada estación del año, tiene sus encantos, es ahora cuando, quizá haya mayor profusión de variedades de frutas, llenando los estantes de los puestos, de colores y fragancias deliciosas, que auguran ser bocados dulces y exquisitos, que me saben a tiempo de ocio, gozo y relax, como parte de todas esas sensaciones agradables que me inspira la gastronomía veraniega.
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Y si para mi gusto hay una fruta de verano, que adoro sobre todas las demás, aunque todas están riquísimas, sin duda es el paraguayo, una variedad de melocotón, de forma aplanada, y piel llena de pelusilla, que una vez lavados, y estando en perfecto estado de maduración, se desprende con facilidad, dejando al descubierto, una pulpa carnosa, de color verde muy claro, con tintes amarillos, a veces rojiza, de textura fina, jugosa, con sabor dulce y muy refrescante.
Nunca había probado un Gazpacho de Paraguayo, pero partiendo de la exitosa experiencia gastronómica que he tenido en casa, con mis anteriores combinaciones de frutas y tomates, he de decir que este gazpacho, no solo me ha sorprendido muy agradablemente, sino que está tan exquisito, que lo recomendaría con todas las garantías, para incluirlo en un menú especial con invitados; al ser este, un gazpacho de textura sedosa y ligera, puede servirse, tanto en cuenco, para tomar con cuchara, como veis en las fotografías, o también para beberlo, en vaso o en copas Pompadour, cuidando la presentación dándole vistosidad, incluso es perfecto para servirlo en pequeños vasitos de chupito, tal como lo he hecho en otras ocasiones, de cualquier modo, resultará ideal como entrante o aperitivo.
Comenzamos.
INGREDIENTES
- 650 g de Paraguayos
- 150 g de Tomatitos Amarillos
- 1 Pimiento Amarillo (200 g)
- 1 Pepino pequeño (110 g)
- 2 Tomates de rama (335 g)
- 1 Panecillo de Pan Blanco (44 g)
- 1 d. de Ajo pequeño
- 1 vaso de Agua (200 ml)
- 10 g de Sal Rosa del Himalaya
- 40 ml de Aceite de Oliva Virgen Extra
- 15 ml de Vinagre de Frambuesa

ELABORACIÓN
- Lavar a conciencia y escurrir bien, toda la fruta y verduras.
- Disponer en el vaso de la batidora los ingredientes sólidos troceados:
- Pimiento amarillo, sin pedúnculo ni semillas.
- Tomatitos amarillos.
- Tomates de rama.
- Pepino, sin piel.
- Ajo, sin piel ni germen.
- Paraguayos, con piel y sin hueso.
- Pan.
- Añadir los ingredientes líquidos para el aderezo, junto con la sal:
- Sal.
- Aceite de Oliva Virgen Extra.
- Vinagre de Frambuesa.
- Agua.
- Triturar a máxima potencia, hasta obtener una textura fina y homogénea.
- Rectificar de vinagre y sal, si fuera necesario.
- Pasar por el colador chino, para quitar las posibles semillas y piel de los tomates.
- Verter en un lebrillo, tapar con film transparente y guardar en el frigorífico.
- Servir bien frío, con o sin guarnición, al gusto.
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