Poleás a la Vainilla
-28.jpg)
A siete días para el Domingo de Ramos, y en modo ON Semana Santa, he preparado el postre por excelencia de la Cocina de Cuaresma Sevillana, las Poleás, en una original interpretación de las ya publicadas en DBM (abajo os dejo los enlaces), solo por el placer de compartir lo que a mi parecer es una caricia para el paladar, que me transporta a otras Semanas Santas de mi vida, aquellas en las que salir de excursión al campo para pasar la tarde, con mis hermanas y amigas, era toda una aventura, con brío cargábamos cantimploras y talegas de cuadros de Vichy, la mía azul celeste, portando la merienda, tan poquita cosa como un ternísimo pan de Viena ‘ye-yé' recién horneado en la tahona del pueblo, o medio bollo sevillano, de miga blanca y mullida, con unas cuantas onzas de chocolate de La Campana, nos sabía a gloria bendita, después de, corretear por los prados de margaritas, saltar de orilla a orilla el pequeño arroyo de la vaguada buscando renacuajos, y brincar, subidas a la rama de uno de los eucaliptos centenarios, que habían junto a la Iglesia, para pasearnos en un columpio improvisado con una soga y una vieja manta de lana, acabando extenuadas, pero deseando repetir al día siguiente, mientras los mayores, tumbados al sol sobre la hierba, velaban nuestros juegos.
¡Uf! Reminiscencias de un pasado que sobrevienen, como una montaña rusa de emociones desaforadas e imprevisibles, removiéndolo todo dentro de mí, en oleadas, a veces de felicidad, otras de nostalgia, que me han refrescado la memoria, escuchando una de las canciones más bellas de la historia de la música Pop española, “Aquellas pequeñas cosas” de Joan Manuel Serrat:
«Son aquellas pequeñas cosas. Que nos dejó un tiempo de rosas. En un rincón. En un papel. O en un cajón...»
Ahora lo vivo de otra manera, quizá con menos entusiasmo, pero igualmente me reconforta, es agradable ver las procesiones desde otra perspectiva, y tras un plácido paseo vespertino, regresar a casa, donde todo huele a canela, matalahúva y limón, entre aromas deliciosos de los guisos de vigilia, como ese riquísimo Bacalao con Tomate o las Espinacas con Garbanzos, guisos imprescindibles estos días en mi mesa, como muestra de una experiencia gastronómica maravillosa, que en nuestra casa evoca la cocina de mi madre siempre en acción.
Haciéndome salivar, aguardo con entusiasmo el momento del postre, la hora de cenar, es para mí el mejor instante del día, y que estirándolo al máximo posible, disfruto como una niña, ¡Ayomá!, ¿porqué todo cuanto cocino me sabe tan rico? Imposible disimular cómo me gusta comer, pero sobre todo, hacerlo fruyendo esos minutos en los que dejo deslizar suavemente en la boca, cada cucharada, acompañada de un picatoste de pan de bollo, frito en aceite de oliva virgen extra de nuestra tierra, es como entrar en éxtasis total hasta casi perder el sentío.
-5.jpg)
Lo hice arriesgando un poco ya que es la primera vez que las preparo con Vainilla, pero resultan más finas y sofisticadas que las de anís y canela, el aroma de vainilla es muy agradable y sutil, quizá debería haber utilizado dos vainas para que fuera más intenso, no lo hice por prudencia pero la próxima vez lo haré; la vainilla que compré en el supermercado de mi barrio, no especifica el origen, supongo que será de Madagascar como así he leído en su página web, aunque también imagino que habrá distintas calidades; las auténticas vainas de Vainilla Bourbon de Madasgacar, son reconocidas mundialmente por su calidad extraordinaria, caracterizadas por ser vainas de textura carnosa, flexibles y ligeramente grasas, sabor fragante con leves notas de cacao, las he visto en tarros grandes en otro mercado, pero me pareció demasiada cantidad para la escasa frecuencia con que preparo postres en casa, por eso eché mano de este paquetito de dos vainas, más asequible, que para mi gusto no estaban mal, lo importante es que el postre quedó perfecto, en boca es como una explosión, delicada y deliciosa, que te transporta, con cada cucharada, directamente al paraíso, especialmente si como yo, eres entusiasta de la vainilla.
El postre no tiene complicación alguna, se hace como si fueran unas natillas sin huevo, pero con un poco más de densidad, como veréis en las diferentes ediciones de este postre, en DBM, he variado cantidades de líquidos y harina, para conseguir diferentes texturas, más o menos cremosas, y también en azúcar, según el dulzor deseado en cada momento. Las Poleás, el postre sevillano por antonomasia, así como en cada casa se preparan de diferente estilo, este es el que he aprendido de mi madre, y claro, resultando perfectas, como no podría ser de otro modo, aquí os lo enseño.
Comenzamos.
INGREDIENTES (para 6 cuencos)
- 100 g de Harina de Repostería
- 180 g de Azúcar
- 1/2 l de Leche Entera
- 800 ml de Agua
- 1 vaina de Vainilla
- 1 trocito de cáscara de Limón
- Una pizca de semillas de Anís Verde (Matalahúga)
- 3 c/s de Aceite de Oliva Virgen Extra
-3.jpg)
Vainas de Vainilla
ELABORACIÓN
- Lavar y secar el limón. Sacar un trozo pequeño de cáscara con un pelador de frutas, evitando que tenga parte blanca.
- Cortar la vaina de vainilla, practicándole un corte longitudinal, y raspar el interior con la hoja del cuchillo, para sacar las semillas.
- En un cazo, poner la leche para aromatizarla, llevándola a ebullición con la cáscara de limón y las semillas de vaina de vainilla.
- En una olla amplia, poner el agua fría, con el aceite donde habremos frito previamente las semillas de anís, añadir la harina en un vuelco, y mezclar con las varillas para deshacer los posibles grumos, hacer todo este paso en frío.
- Llevar al fuego, y cuando comience a espesar, añadir la leche en tres vuelcos. Antes que comience a hervir, añadir el azúcar. Remover y llevar de nuevo a punto de ebullición, batiendo continuamente con las varillas, no será necesario hervir la crema.
- Una vez conseguido el espesor deseado, colar por el chino para quitar las semillas de anís, y verter en cuencos pequeños, con ayuda de un cacillo.
- Servir a temperatura ambiente o frías.
-26.jpg)
-12.jpg)
Ediciones anteriores de un postre muy nuestro
Tras meses de intensa actividad en estas páginas, y con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, creo que un descanso, tanto por mi parte, como para vosotros, no nos sentará nada mal. Descansar es necesario, si mi intención es mantener un ritmo continuado, ofreciendo la calidad suficiente en mis entradas, como para crearos la necesidad de venir a mi espacio, una desconexión es vital, tomándonos un respiro, regresaré próximamente con nuevo contenido, y muchos buenos momentos por compartir.
Un millón de besos y muchas cosas bonitas
♡ ♡ ♡
Buenos días Concha!. No conocía este postre, por sus ingredientes y por lo que cuantas debe de ser un postre delicioso, estoy por desayunar y me has hecho salivar. Hay platos que nos transportan a recuerdos placenteros y sobre todo recuerdos de los nuestros que ya no están pero que siempre vivirán en nuestro corazón.
ResponderEliminarSeguramente en alguna ocasión ya te he dicho que me encanta todo el dulcerio Andaluz, todo el que he probado me ha parecido buenísimo.
Disfruta de tu descanso.
Un fuerte abrazo.
Buenos días, Concha.
EliminarSé que cada sitio tiene su propia historia y en cada lugar podemos disfrutar de una gastronomía autóctona que sabe a gloria, y lo mejor es poder disfrutarla in situ, pero como eso es imposible para todas las cosas, lo bueno que tienen nuestros blogs, es que difunden la información a todo el mundo, sin limitaciones.
Anímate a hacerlas en casa, ya verás que ricas están.
Besos
POSTRE CON SABOR Y PREPARACIÓN DULCE MI QUERIDA CONCHA!!!
ResponderEliminarAisss, que recuerdos los de nuestra niñez ¿verdad?
Disfrutábamos de tantas cosas que ahora ya no tienen la misma importancia, que como dice la CANCIÓN, "eran esas pequeñas cosas" las que nos hacían vibrar, emocionarnos... al pensar a donde iríamos, en mi caso al rio y buscando ranitas a las que yo era muy aficionada.
Pués nada cariño, por el momento vosotr@s ya disfrutáis de este POSTRE que por lo que escribes es tan adecuado a estas fechas.
Y SI TE TOMAS EL DESCANSO QUE DICES, DISFRUTA DE ESAS PEQUEÑAS - GRANDES COSAS DEL RITMO COTIDIANO, QUE AQUÍ TE ESPERAREMOS
^:^
Buenos días, Conxita.
EliminarAunque pueda parecer, por mis entradas, que estoy anclada a mis recuerdos del pasado, no es así, vivo el presente tan intensamente como el que más, pero me parece interesante escribir algunas cosas de tiempos en los que disfrutar de la comida, era el mejor de los planes, ahora tenemos otras inquietudes y como muchos, no hacen otra cosa que enseñarlo y presumir de ello, en RRSS, yo, que siempre voy a mi bola, opto por compartir mis recuerdos, que como poco, son cosas emocionantes.
Este es un postre delicioso, lástima que no pueda llevarte uno a tu casa, pero merece la pena intentar hacerlo para probarlo, te aseguro que como poco, te enamorará.
Besos y que disfrutes igual de estas semanas.
Para nada estás anclada en el pasado, precisamente tu que eres una mujer que siempre andas a la búsqueda de lo novedoso, y estás al día de lo que ocurre en el mundo, creo que eres una mujer que avanzas y ayudas a avanzar y a descubrir el mundo desde un prisma emocional sano y lleno de nostalgia, por aquello de que en parte (no en todo) cualquier tiempo fué mejor ^:^.
EliminarGracias Conxita, por el buen concepto que tienes de mí.
Eliminar¡Buenos días, Concha!
ResponderEliminarMe encantaría probarlas. Según las describes, deben estar deliciosas.
Ya estamos calentando motores para la Semana Santa, y ahora toca preparar postres y rosquillas. En casa, ya me están pidiendo torrijas, pero todavía no he tenido tiempo para hacerlas.
Me gusta mucho esa canción de Serrat, es muy emotiva.
Ahora tocan unos días de descanso y celebración. Deseo que los disfrutes al máximo.
Besos.
Buenos días, Elvira.
EliminarTenemos unos días por delante, intensos en cuanto a celebraciones y momentos de compartir, mi intención en este espacio, es poner en nuestras mesas todas estas delicias, que algunos jóvenes ni siquiera prueban, anteponiendo otras cosas que ni siquiera nos identifican como cultura.
Besos, espero que tengas igualmente una feliz Semana Santa.
Buenos días Concha. Poca gente conozco que no recuerde sus meriendas de pan y chocolate, qué sencillas y qué buenas. Hace unos días se celebró en mi pueblo "el día de la vieja" que marca la mitad de la cuaresma, es fiesta local y se celebra en el campo con comida típica de este tiempo, no puede faltar el hornazo, un bollo dulce con un huevo cocido en medio. Hace años que no lo festejo por no vivir allí, pero lo recuerdo con el mismo entusiasmo que tú has puesto en tu relato. Cada época tiene sus "rosas" y por supuesto su gastronomía, la de cuaresma es la mejor del año a mi parecer, las frutas de sartén son una perdición de ricas, así como el arroz con leche y la poleá. Yo ahora tendría que hacerla con harina de maíz, no me quedaría como la tuya y perdería mucho su esencia, no sé si lo intentaré. A las que nos gusta comer, también nos gusta cocinar y viceversa y ponemos el alma en ello, a la vista está que se refleja en el resultado, esos dos cuencos son divinos y no me extraña que los disfrutes tanto.
ResponderEliminarTe deseo unos buenos días de descanso, por lo menos desconectar de la rutina, porque después de Semana Santa tenemos que seguir compartiendo historias y recetas de las tuyas.
Un beso.
Buenos días, Lola.
EliminarNosotras, que llevamos años en esto, creo que debemos insistir en que nuestras tradiciones gastronómicas, sin ser incompatibles con las foráneas, prevalezcan, tomando fuerza en cada fecha. Ahora veo mucho en RRSS que se imponen modas de otro tipo, pero que algunos ni siquiera conocen estas, las que son nuestras, que nos identifican como cultura y como pueblo, país, o tan solo como las cosas de nuestra casa, y que yo, ni por todo el oro del mundo, antepondría a lo nuestro. Hay que disfrutar de todo, como venga, pero lo nuestro, eso, no debería perderse, y por desgracia, los más jóvenes n siquiera tienen curiosidad por saber que es, y mucho menos por probarlo y recuperarlo.
No hace mucho, alguien me comentó que hacía las poleás, con maicena, también por problemas de intolerancias, y le quedan bastante bien, la textura es muy fina y el sabor viene añadido por las especias, así que por ahí, lo tienes asegurado; pruébalas y me cuentas.
Besos, nos vemos a mi regreso, al menos esa es la intención, sin problemas.
¡Hola, Concha! Siempre vamos a coincidir en que la cocina es un cúmulo de vivencias y, por lo tanto, generadora de recuerdos.
ResponderEliminarEn Cádiz, la poleá clásica, que se sirve con daditos de pan o coscorrones fritos, también se ha disfrutado fuera del tiempo de Cuaresma, especialmente en noches de invierno. Lamentablemente, tengo que hablar en pasado, porque hoy su disfrute está desaparecido. Las nuevas generaciones no tienen idea de este postre tan sumamente sencillo, humilde y rico.
Te ha quedado un postre de poleá 💯😋. El punto de aromatizado o azúcar, cada familia marca sus preferencias.
Feliz domingo. Bstes.
Buenos días, Emma.
EliminarEs cierto que estos postres se están perdiendo, las nuevas generaciones, que vienen cargadas de ideas con pretensiones de imponer cocinas foráneas, a las tradicionales, no suelen tener la inquietud por conocer o por probar estos postres antiguos. Aunque en Sevilla, hay restaurantes donde la cocina tradicional, con nuevos aires, van recuperando cosas, y este es uno de esos postre que muchos quieren rescatar, y a pesar de su sencillez, no saben cómo se hacen, por eso aquí, lo comparto de manera gratuita, para dejar constancia de una tradición que por nada del mundo deberíamos perder.
Las poleás con “coscorrones” (me encanta esta palabra tan andaluza) son una delicia, así dejé constancia en mis anteriores publicaciones, aunque quede más fino llamarlos picatostes, jajaja...
Besos y feliz día de domingo igualmente para ti.
Hola Amore, es súper conocido este postre por el sur, lo sé.
ResponderEliminarPor aquí no tanto, de hecho nunca lo he probado, aunque lo he escuchado mucho.
Y seguro que delicioso pero ay omá, la vainilla y yo no nos llevamos bien ya lo sabes.
Que le voy a hacer, no soy perfecta jajaja.
Espero que este descanso te sirva para disfrutar mucho y también algo de descanso, claro esta.
Nos vemos aquí pronto.
Besos achuchaos
¡Oh, Raquel! Cuanto siento que no te guste la vainilla, porque este postre es una exquisitez, de todos modos, tienes la alternativa de hacer la manera tradicional, con sy¡u canela, su limón y su matalahúga, y te aseguro que eso sí que te va a hacer perder el sentío, jajaja..., ahí lo dejo, por si acaso.
EliminarBesos y feliz tarde de domingo.
¡¡Hola Concha!! A quién le encantaría este postre es a mi hermano mayor. De hecho, mi hermana pequeña se lo sigue haciendo el día de Todos los Santos, siempre le prepara una pequeña porción para él. Es la única, sin a penas haberlo vivido casi, quién sigue con la tradición de hacer poleás, o gachas dulces, como se llaman en Jaén y de dónde eran mis padres. Eso sí, en mi casa nunca se ha hecho con vainilla, idea excelente, dicho sea de paso, pues aromatiza aún más el postre. Nosotros le poníamos tostones o picatostes de pan frito y canela por encima.
ResponderEliminarQué recuerdos de infancia, ¿verdad? La comida siempre está presente en nuestra vida, y en la infancia, los recuerdos son como más felices, más ensoñados y más idílicos. Muchas veces cuesta reproducir los sabores de antaño, y en otras ocasiones, conseguimos que se parezca y al comerlos, es como si nos trasportásemos a aquella época. Idealizar los recuerdos de infancia está bien, pues eso sólo tiene un significado, y es que éramos niños felices. Y esa felicidad, nos ha formado como personas.
Preciosos recuerdos de tu infancia que no todo el mundo puede vivir hoy en día, pues los tiempos han cambiado y de qué manera, para los jóvenes de ahora. Sin tecnología vivíamos muy, pero que muy felices. Respirábamos naturaleza, calle y juegos entre amigos. Menos mal que lo vivimos.
Y nada, que me voy por las ramas y me dejo tus exquisitas poleás, que espero no se pierdan en el tiempo y sean muchas las generaciones que puedan seguir disfrutando de algo así de sencillo y de rico. Besitos.
Buenas noches, Isabel.
EliminarSeguro que tu hermana, aunque tú digas que es demasiado joven para recordar estas cosas, si que tiene que tener en su subconsciente ese chip, que hace que desee conservar esta tradición, que por generaciones le llega en sus genes, así lo entiendo yo al menos. A mis niñas le pasan lo mismo, ellas son de generaciones más recientes, en las que jugar en la calle, no era posible y aunque las tecnologías llegaron cuando ya eran adolescentes, sus costumbres son diferentes a las nuestras, aunque sí que es cierto, que solo por escucharnos a nosotras contarlo tantas veces, es como si lo hubieran vivido, y no creas, sí que asocian estos postres a la cocina de su abuela, mi madre, y ahora soy yo y mi Pepita, quienes las hacemos para que la familia lo siga disfrutando.
Con picatostes nos encantan, y canela, por supuesto, pero en esta ocasión no lo hice para apreciar mejor la vainilla, y quedaron extraordinarias.
Besos y feliz semana.
Hola Concha. La cocina es una manera de transmitir costumbres y transportarnos a ese lugar de la niñez o adolescencia donde tantos y tan buenos recuerdos tenemos.
ResponderEliminarNo conozco este postre y tampoco lo había oído y con lo que me gusta la vainilla seguro me gustará, además cambiando el trigo por otra harina 🤫todo arreglado 😊 que tengas un feliz descanso y sobre todo que lo disfrutes muchísimo, nos vemos a la vuelta
Buenas noches corazón y un abrazo achuchao
Buenas noches, Fely.
EliminarLa cocina está ligada, en la mayoría de los casos, a recuerdos bonitos, al menos a mi me pasa así, ya que como siempre he sido de buen saque, casi todo lo asocio a momentos memorables.
Quizás puedes probar con harinas alternativas, seguro wu3 algo rico saldrá.
Besos
Hola, Concha: no conocía la poleá hasta que, en una ocasión, la mencionaste. Creo recordar que la busqué (probablemente en tu blog), pero ya sabes que los postres dulces no son lo mío. Sin embargo, la vainilla sí que me gusta y no me importaría probar una cucharadita de esa poleá tuya.
ResponderEliminarY, por cierto, esas cucharitas son una monada.
Descansa que te lo mereces y pásalo bien esta Semana Santa.
Besos.
Hola, Gloria.
EliminarSeguramente así sea, y aquí lo hayas visto, creo que he compartido las Poleás, en RRSS, tantas veces que bien me deberían hacer un “monumento al enaltecimiento de todo el dulcerío sevillano”, ¡ja, ja, ja...!
Las cucharillas son antiguas, un regalo que me compró mi cuñado en un anticuario, conociéndome como me conoce, sabe bien lo que me gusta.
Besos y feliz Semana Santa.