Sangre con Tomate
Hace unos días mi hermana Carmen me llamaba muy apurada porque un cliente suyo le pedía la receta de un plato que su madre le cocinaba cuando era niño y desde entonces no lo había vuelto a comer en ningún sitio.
Ella nunca lo había hecho porque es uno de esos platos que jamás probó a pesar de que nuestra madre lo hacía riquísimo; a mi personalmente me encanta, bueno es que yo soy de buen yantar y me gusta casi todo, y lo que no, al menos lo pruebo para hablar con conocimiento de causa; pero como en casa solo gusta a mis padres y a mí, es algo que cocino muy de tarde en tarde.
A lo que iba, lo buscó entonces aquí en De Buena Mesa, y no lo encontró a pesar de que siempre estoy diciéndoles a mis niñas que aquí pueden encontrar todo lo que la abuela cocinaba.
Después de explicarle el paso a paso para que lo cocinara para su cliente, me pidió o más bien me rogó, que no privara a mis lectores de este tipo de platos, que después de llevar toda la vida sin comerlo por los prejuicios remilgados de una niña caprichosa en el comer, había descubierto que tenía que recuperar el tiempo que se había perdido uno de los placeres más ricos de la cocina tradicional, y que mi madre tanto empeño puso para que lo probase sin éxito alguno.
He aquí uno de los platos olvidados de mi cocina que estoy empeñada en recuperar, y que tarde o temprano tenía que ver la luz, a pesar que en su dia cuando mi querida Elisa lo publicaba, yo le comentaba que jamás lo haría, pero nunca digas nunca jamás, así que aquí está.
Se que seréis muchos los detractores de este tipo de alimentos, no sé porqué, al fin y al cabo es el ingrediente principal de la morcilla y esta no es tan repudiada; a los que nunca la hayáis comido, os recomiendo que no penséis en el nombre, ni siquiera en lo que es, pensad en su bonito color chocolate, en su textura similar al queso curado, con un sabor suave parecido a la carne de ternera, que con la salsa de tomate frito y la ramita de hierbabuena casi desaparece.
Después de todo, no se puede opinar si nunca se ha probado y como una vez al año, no hace daño, seguro estaréis deseando hacerlo, aunque sea simplemente por curiosidad, ¿a que sí?
INGREDIENTES
- 1/2 Kg de Sangre de Pollo cocida
- 1 Cebolla grande
- 800 gr de Tomate natural triturado
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Azúcar (facultativo)
- Hierbabuena
ELABORACIÓN
- Cortar la sangre en dados de 1 cm
- Ponerla en un bol con agua y dejarla unos minutos. Escurrir y reservar.
- Picar la cebolla en brunoise.
- Cubrir el fondo de una cazuela con aceite de oliva virgen extra, y añadir la cebolla. Cocinar a fuego medio hasta que esté tierna.
- Una vez está la cebolla ligeramente dorada, añadir el tomate natural triturado. Mezclar, sazonar.
- Añadir la sangre escurrida y cocinar a fuego suave, hasta que el tomate esté bien frito, sin remover para que no se rompan los trocitos de sangre.
- Rectificar de sal y añadir una pizca de azúcar, si fuera necesario, para corregir la acidez, en función del tipo de tomate que utilicemos y de lo dulce que sea la cebolla (el que yo he utilizado, no lo ha necesitado).
- Retirar del fuego y añadir una matita de hierbabuena.
- Y listo para servir.
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